Secuencia inicial de «Erase una vez en el oeste»

La escena de apertura de «C’Era Una Volta Il West» de 1968 («Erase una vez en el oeste» o «Once Upon a Time in the West» o «Hasta que llegó su hora») es un ejemplo magistral de cómo la cinematografía puede contar una historia con distintos planos y casi sin la necesidad de diálogos.

Desde el primer instante, el director Sergio Leone nos sumerge en el vasto y desolado paisaje del Salvaje Oeste, utilizando el lenguaje visual para establecer el tono épico de la película. En una relación de aspecto de 2.35:1 y con paciencia meticulosa, Leone nos muestra la espera casi interminable de los cazadores de recompensas en una estación de tren incipiente y abandonada.

A partir de ese momento, y a lo largo de las 2 horas y 55 minutos de metraje, el guión, escrito en colaboración con Darío Argento y Bernardo Bertolucci, nos lleva a través de altibajos emocionales. Sergio Leone describe el ritmo de la película como «los últimos jadeos de un moribundo», a veces se retrasa y otras veces se acelera de repente.

Esta descripción evocadora captura la naturaleza fluctuante y emocionante de la narrativa de «Erase una vez en el oeste». A medida que la trama se desarrolla, los personajes enfrentan desafíos y revelaciones que impulsan la historia hacia adelante con un ritmo cautivador. Leone aprovecha al máximo cada momento, creando una experiencia cinematográfica que oscila entre la calma tensa y la acción trepidante.

Con dirección de fotografía de Tonino Delli Colli y Angelo Novi, contó también como ayudante de dirección con el futuro director argentino Adolfo Aristarain.

Escena inicial

La secuencia comienza con la llegada silenciosa a la estación de tren y un breve diálogo con el empleado de la misma para luego ubicarnos con un plano general amplio del paisaje en el vasto oeste americano. El uso de un objetivo gran angular enfatiza la vastedad del terreno, mientras que los tonos cálidos y la luz tenue evocan una sensación de nostalgia y melancolía. Los créditos iniciales aparecen superpuestos sobre la imagen, utilizando una tipografía antigua que nos transporta a la época del viejo oeste.

A medida que los créditos avanzan, la cámara se desplaza lentamente entre los personajes que irrumpieron en la estación de tren, revelandolos solitarios en el paisaje. Estos primeros planos intercalados nos introducen a los personajes. Cada plano está cuidadosamente compuesto y fotografiado, capturando los rostros y gestos de los actores con un detalle excepcional. El ritmo lento se dilata y se va marcando con los sonidos del molino, una mosca molesta que de un toque de humor y el silencio en el aire.

Las gotas de agua que caen del techo o la aparición de la mosca que molesta a uno de los forajidos son recursos cómicos dentro de la secuencia.

En medio de esta atmósfera tensa, se aproxima el tren que tanto esperan.  Luego del paso del tren aparece que parece no haber traído a quien buscan, un personaje impávido que toca la armónica. Aunque nadie sabe quién es, todos están esperando para matarlo.

Composiciones basadas en las reglas de los tercios, uso de primero y primerísimos primeros planos, planos detalles, líneas, etc… van hilvanando una secuencia de tensión creciente.

Esta secuencia es la presentación del personaje denominado «Armónica», y a que no se pronuncia su nombre en el film. La música evocadora de Ennio Morricone, crea una atmósfera de anticipación y tensión. La música, junto con los planos y la composición visual, sugiere que algo importante está a punto de suceder. Este uso magistral de la combinación audiovisual intensifica la experiencia del espectador y genera una sensación de inquietud en los momentos previos al clímax. El desenlace es abrupto, el director prefiere el suspenso a la acción de solo 3 segundos.

Vince Gilligan, creador de Breaking Bad mostraba a los distintos directores esta escena de 15 minutos para que entiendan como debían mostrar al personaje y su entorno, el uso del gran angular, la creación de atmosferas, como así también por los aspectos más humorísticos que brindan algo de alivio al espectador. También Quentin Tarantino es un confeso admirador y heredero de este tipo de escenas, inspiradas como confesó Leone, en películas del japonés Kurosawa.

Parte 1

Parte 2

La presentación de cada uno de los personajes en la película es destacable, Jill y su descenso del tren y el plano general que se eleva para mostrar el pueblo. Cheyenne y su ingreso a la taberna luego de los disparos. El personaje Frank de Jane Fonda, que se presenta de espaldas y revela su rostro con un giro de la cámara, etc…

La llegada del progreso

Más allá de las historias de superación de Jill o venganza por parte de Armónica la película aborda cómo el progreso, simbolizado por la llegada del ferrocarril, va desplazando las antiguas costumbres y formas de vida. Los personajes de Frank, Harmonica y Cheyenne representan a los «Perros Viejos» que ven cómo su tiempo ha llegado a su fin. El progreso, que ha traído tanto beneficio como perjuicio al mundo, se personifica brillantemente en el magnate inválido que posee su propio tren y nunca sale de él, encarnando así el capitalismo salvaje.

En la trama, el contraste entre el ferrocarril y los personajes principales refleja el choque entre el avance del capitalismo industrial y las viejas tradiciones del Salvaje Oeste. El magnate inválido representa el poder y la influencia despiadada del capitalismo, mientras que los personajes de Frank, Harmonica y Cheyenne representan un estilo de vida más antiguo y vinculado a la tierra. A medida que el progreso se impone, estos personajes se ven obligados a confrontar su propia obsolescencia y luchar por su lugar en un mundo cambiante.

«Quería realizar una danza macabra que se basara en todos los mitos del western tradicional: el vengador, el bandido romántico, el propietario rico, el hombre de negocios corrupto, la prostituta. Utilizando estos cinco símbolos, quería poner en escena el nacimiento de una nación.»

Esta dinámica entre el progreso y la resistencia a él se convierte en uno de los temas fundamentales de la película, explorando las consecuencias sociales y emocionales que acompañan al avance implacable del tiempo. Sergio Leone utiliza la narrativa y los personajes para reflexionar sobre las transformaciones que el progreso trae consigo y cómo afectan a la identidad y el sentido de pertenencia de las personas.

«Mi interés por el cine japonés se debe fundamentalmente a Rashomon y a las demás películas de Kurosawa. También a El arpa birmana de Kon Ichikawa. El cine japonés me fascina por el uso que hace del silencio. Da a las películas un ritmo que me gusta mucho, tanto más visto que mi infancia y mi adolescencia fueron vividas bajo el signo de la velocidad. Más adelante noté que todos los directores de los cuales fui asistente se parecían en esta obsesión por la velocidad. Fuesen buenos o malos cineastas tenían esto en común. Obligaban a los actores a acelerar los intercambios de los diálogos, tanto que costaba entender las últimas sílabas de unos y las primeras de los otros. No recurrían nunca al mínimo intervalo para sugerir que un interlocutor estaba reflexionando antes de responder. Era un sistema que no me convencía, lo encontraba demasiado artificial. No sucede así en la realidad. Escuchamos. Reaccionamos. Reflexionamos. Y después respondemos. Esta prudencia la encontraba solo en el cine oriental.»

Spaghetti westerns

Los spaghetti westerns, también conocidos como westerns italianos, fueron un subgénero de películas del oeste que surgieron en la década de 1960 en Italia. Estas películas tuvieron un impacto significativo en el género de los westerns americanos, revitalizándolo y aportando nuevas perspectivas y enfoques narrativos.

En ese momento, el género del western americano estaba experimentando cierta fatiga. Las producciones de Hollywood seguían una fórmula establecida y los temas y personajes se habían vuelto predecibles. Los espectadores comenzaron a demandar algo fresco y diferente en las historias del oeste.

Fue en este contexto que los directores italianos, encabezados por Sergio Leone, dieron nueva vida al género. Los spaghetti westerns se caracterizaban por su estilo visual distintivo, narrativas más crudas y realistas, y una representación más compleja de los personajes. Estas películas rompieron con muchas de las convenciones del western clásico y ofrecieron una visión más sombría y moralmente ambigua del oeste americano.

Los directores italianos también utilizaron el paisaje del desierto español como sustituto del Salvaje Oeste estadounidense, creando así un escenario visualmente impactante y único. La fructífera industrial italiana se daba el lujo de contratar a reconocidos actores americanos. Además, la música innovadora de Ennio Morricone contribuyó enormemente a la atmósfera y el impacto emocional de las películas.

El enfoque de los spaghetti westerns hacia la violencia también fue revolucionario. Estas películas presentaban escenas de tiroteos y enfrentamientos más crudas y realistas, alejándose de la glorificación romántica de la violencia presente en muchos westerns americanos anteriores.

El éxito de los spaghetti westerns fue tanto a nivel nacional como internacional. Estas películas se convirtieron en éxitos de taquilla y capturaron la atención de la audiencia mundial. A través de su estilo distintivo y enfoque audaz, los spaghetti westerns demostraron que el género del western todavía tenía mucho que ofrecer y que se podía reinterpretar de formas emocionantes y desafiantes.

«Kubrick dijo: «Sin Sergio Leone no podría haber hecho La naranja mecánica”. Sam Peckinpah dijo: «Sin Sergio Leone no podría haber hecho La pandilla salvaje«. No hablaban de afinidad de ideas o de temas. Se referían a una ruptura histórica con las convenciones del género. Antes de mí no se podía hacer un western sin mujeres, así como no se podía representar la violencia porque los héroes tenían que ser positivos. Estaba fuera de discusión jugar con el realismo. ¡Los personajes tenían que estar vestidos como modelos! Yo impuse el héroe negativo, sucio, realista, totalmente inseparable de la violencia.»

Sergio Leone

En resumen

Tanto la película como la primera escena de «Erase una vez en el oeste» es una obra maestra de la cinematografía. A través de una cuidadosa composición visual, ritmo pausado y uso magistral de la música, Sergio Leone logra capturar la esencia del Salvaje Oeste y establecer las bases narrativas para el resto de la película. Esta escena de presentación es un ejemplo emblemático de cómo la cinematografía puede contar una historia de manera poderosa y evocativa.

 

Deja tu comentario