Elliott Erwitt, fotógrafo de humor y humanismo. Erwitt fue uno de los últimos legendarios de la fotografía, que capturó con ironía y sensibilidad la comedia humana, los famosos y los perros.
Erwitt nació en París, creció en Italia y se mudó a Nueva York. Se inició en la fotografía a los 15 años y se unió a la agencia Magnum, donde trabajó con Robert Capa y Henri Cartier-Bresson. Fue un maestro de la burla y el contraste, que usó el humor para concienciar sobre temas serios.
«La fotografía es la forma más sencilla de expresión, pero la más complicada de ser emocionalmente impactante.»
Estilo y técnica
Erwitt fotografió a celebridades, políticos, playas, niños y cientos de perros. Sus imágenes eran reconocibles por su estilo simple y elegante, su ingenio y su poesía. Entre sus retratos más famosos están los de Marilyn Monroe, Che Guevara, Clark Gable y John F. Kennedy.
Utilizaba una cámara Leica de 35 mm, con película en blanco y negro, y prefería la luz natural y el encuadre sencillo. Su estilo se caracterizaba por la espontaneidad, el humor, la ironía y la empatía. Buscaba captar el momento decisivo, el gesto, la mirada o el detalle que revelara la personalidad o el estado de ánimo de sus sujetos. También jugaba con las proporciones, los ángulos, las sombras y los reflejos para crear efectos visuales sorprendentes o cómicos.
Proyectos personales
Dedicó gran parte de su tiempo a proyectos personales, que reflejaban sus gustos e intereses. Uno de ellos fue la serie “Dogs”, en la que retrató a perros de todas las razas, tamaños y situaciones, con un gran sentido del humor y de la ternura. Otro fue la serie “Personal Best”, en la que seleccionó sus mejores fotos de su larga carrera, desde las más famosas hasta las más íntimas. También realizó varios documentales, como “The Glassmakers of Herat” o “Beauty Knows No Pain”.
«La mejor fotografía es aquella que cuenta una historia sin necesidad de palabras.»
Influencias y legado
Erwitt fue influenciado por fotógrafos como Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, Edward Steichen y Roy Stryker, con quienes trabajó o colaboró. A su vez, influyó en generaciones de fotógrafos, que admiraron su talento, su versatilidad y su humanismo. Erwitt fue uno de los últimos representantes de la llamada “fotografía humanista”, que buscaba mostrar la dignidad y la belleza de las personas comunes en su vida cotidiana. Su obra ha sido reconocida con numerosos premios, exposiciones y publicaciones, y forma parte de importantes colecciones y museos.
Erwitt consideraba la fotografía como un hobby y un oficio. Hizo mucho dinero con la fotografía comercial, pero también tomó fotos por su propio placer. Publicó varios libros, algunos con fotos inéditas, y realizó numerosas exposiciones. Recibió el premio a la trayectoria del Centro Internacional de Fotografía en 2011.
«La fotografía te permite ver el mundo a través de los ojos del fotógrafo.»