Autores: Lee Friedlander

El fotógrafo Lee Friedlander tuvo un extraordinario impacto en la escena artística norteamericana y su obra se descubrió como una de las más importantes renovaciones del arte del siglo XX.

Lee Friedlander nació en Aberdeen, el 14 de julio de 1934. A los 14 años comenzó a fotografiar el “paisaje social” de su ciudad natal y con ese sello ha definido su larga trayectoria artística. Poco después se traslada a California para estudiar fotografía en la Art Center School de Los Ángeles. Entre 1953 a 1955, mientras culmina su formación académica, ya destaca por sus tendencias transgresoras en cuanto a las formalidades clásicas.

Así finalizada esta etapa marcha a Nueva York, donde le caen los primeros encargos profesionales y mantiene excelentes relaciones con personalidades del entorno artístico de la época como Robert Frank, Garry Winogrand, Walker Evans, Diane Arbus o Helen Levitt.

Aunque continuaba por entonces experimentando con enfoques y composiciones novedosas en su faceta social, son las portadas de discos y las instantáneas de figuras del jazz sus principales fuentes de ingresos. Eran los tiempos de Atlantis Records, Duke Ellington, John Coltrane, Charlie Mingus o Miles Davis. Durante más de dos décadas sus objetivo bailó al ritmo de la cadencia jazzera más pura.

El paisaje social norteamericano

Al tiempo, Friedlander mantenía e incrementaba su interés por los paisajes sociales, los cambios culturales, los viajes, los personajes anónimos, los objetos banales… Nada es casual en ese aparente caos de letreros, personas y elementos urbanos. Bien al contrario, se trata de una escenografía perfectamente estructurada, fruto de años de experiencia y búsqueda constante de lo cotidiano. Definió su fotografía como «el paisaje social norteamericano».

America by Car

Conduciendo por la mayoría de los cincuenta estados del país en un automóvil de alquiler ordinario, el maestro fotógrafo Lee Friedlander (n. 1934) aplicó el concepto brillantemente simple de desplegar el espejo retrovisor lateral, el espejo retrovisor, el parabrisas y las ventanas laterales como marcos de cuadros dentro de los cuales recogen reflexiones sobre las excentricidades y obsesiones de este país a principios del siglo XXI.

El método de Friedlander permite efectos fascinantes en el escorzo y yuxtaposiciones maravillosamente contundentes en las que los volantes, los tableros de instrumentos y la piel sintética chocan contra los bares, moteles, iglesias, monumentos, puentes colgantes, paisajes estadounidenses esenciales y, a menudo, la propia imagen de Friedlander. Presentado en el formato de recorte cuadrado que ha dominado su obra en las últimas series, y tomadas durante la última década, las imágenes en «America by Car» se encuentran entre los mejores de Friedlander, llenos de frescura y claridad virtuosas, al mismo tiempo que revisitan temas de trabajos más antiguos.

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Esta influyente exposición de fotografía documental en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1967, fue comisariada por John Szarkowski. Presentaba fotografías de Diane Arbus , Lee Friedlander y Garry Winogrand y se dice que representó una nueva dirección en la fotografía: imágenes que parecían tener un estilo informal, parecido a una instantánea y con temas tan aparentemente ordinarios que eran difíciles de clasificar. Friedlander se descubrió como una de las más importantes renovaciones del arte del siglo XX.

La música es otra gran parte de la vida de Friedlander. Durante un tiempo, en los años cincuenta, fue fotógrafo de Atlantic Records, haciendo retratos de los grandes del blues y el jazz para las portadas de sus álbumes, y su libro incluye letras de la música que ama. La música es una parte integral de cualquier viaje por carretera. Sus fotografías son diferentes de cualquier otra.

No es que saliera cada día a la calle para cazar escenas concretas, sino que las encuentra por el camino.

«Si pudiera, estaría fuera disparando todo el tiempo. No hay que ir en busca de las fotografías. El material es generoso. Sales y las imágenes te buscan a cada paso».

Afirmaba el fotógrafo a sus 86 años continuaba en la brecha del arte, renovándose continuamente y alterando el concepto de lo fotografiable.

 

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