El impacto histórico de las fotografías de Robert Capa en el Desembarco de Normandía marcaron para siempre la historia del fotoperiodismo.
El 6 de junio de 1944 marcó un desembarco en Normandía que quedaría registrado en la historia como un episodio desafortunado. En medio de un mar embravecido, numerosos vehículos anfibios encontraron su trágico destino en el fondo del agua. Las barcazas que transportaban a las tropas se extraviaron debido a los vientos implacables, dejando perplejos a los oficiales a cargo de la operación. Además, la falta de sincronización en los bombardeos destinados a respaldar a las tropas provocó que estas quedaran varadas en la costa, buscando resguardo de las ráfagas provenientes del lado alemán. Con un balance lamentable, esa jornada cobró la vida de 2.400 valientes soldados.
Uno de los relatos más impactantes proviene de aquellos que vivieron aquel día con una mezcla de agotamiento y temor, como lo expresó uno de los sobrevivientes: «Extenuados por el agua y el miedo, nos acomodamos en una estrecha franja de arena entre las olas y el enrejado de alambre. La inclinación de la playa nos brindaba una cierta protección contra las balas que silbaban provenientes de ametralladoras y rifles, siempre y cuando permaneciéramos echados. Sin embargo, la marea insistía en arrastrarnos hacia el alambre de púas, donde quedábamos expuestos a un fuego enemigo incesante».
En medio de esta cruda realidad, Robert Capa, quien se había unido a la flota aliada con el propósito de documentar la invasión para la revista Life, se encontraba en la primera línea de combate. Inmortalizó momentos en los que el agua le llegaba hasta el cuello, rodeado de balas que se sumergían en las olas a su alrededor, mientras capturaba a soldados intentando abrirse camino hacia la costa bajo la lluvia de proyectiles proveniente de la orilla enemiga.
El relato de Capa se entrelaza con sus propias palabras:
«No me atrevía a apartar la vista del visor de mi Contax, disparando sin cesar una y otra vez. Pero treinta segundos después, la cámara se bloqueó: la película había llegado a su fin. Tras rebuscar en mi mochila en busca de otro rollo, lo encontré, pero mis manos empapadas y temblorosas lo arruinaron antes de que pudiera colocarlo en la cámara».
La llegada de una pequeña embarcación de auxilio cambió el curso de los acontecimientos. Capa se sumergió entre los cuerpos flotantes, sosteniendo en alto sus dos cámaras vacías para protegerlas de la humedad, y logró abordar antes de que un obús alcanzara la embarcación. A pesar del peligro, descendió a la bodega, donde se secó las manos y recargó sus cámaras con nuevos rollos. De vuelta en cubierta, capturó una última imagen de la playa envuelta en humo antes de que la nave comenzara a hundirse. La tripulación y los heridos fueron rescatados por una barcaza mientras el barco se hundía. Capa no continuó fotografiando, ya que se ocupó de ayudar a transportar a los heridos al mismo barco que lo había llevado a Normandía. Al día siguiente, retornó al puerto de Weymouth, envió los rollos a Life y, apenas tuvo oportunidad, regresó a la playa en el primer barco disponible.
Revelado
La siguiente noche, los rollos enviados por Capa con las fotografías del desembarco llegaron a las oficinas de Life en Londres. Tras el proceso de revelado y debido a la prisa por publicar el material, un empleado sometió las películas a una secadora, causando daños significativos en la mayoría de ellas. El calor generado afectó la emulsión de los negativos, resultando en imágenes borrosas. La falta de nitidez, de hecho, contribuyó a añadir urgencia y emoción a escenas ya de por sí dramáticas.
De las ciento seis fotos totales que había capturado, solo diez pudieron ser rescatadas. Los epígrafes de estas imágenes, afectados por el calor, daban la impresión de que las manos de Capa habían temblado intensamente al tomarlas.
Agencia Magnum
Es posible que el destino de las fotografías de Capa haya ejercido influencia en su decisión de cofundar, al año siguiente, la agencia Magnum junto a colegas como David Seymour, Henri Cartier-Bresson y George Rodger. Por otro lado, mientras que los primeros fotoperiodistas redactaban sus propios epígrafes, la aparición de revistas de gran circulación generó una creciente presión sobre los fotógrafos. Esto los llevó a perder el control sobre la forma en que se presentaban sus imágenes y en qué contexto, lo que muchas veces alteraba el significado original de las mismas. La colaboración en la nueva agencia Magnum no solo otorgó a los fotógrafos un mayor control sobre su material, sino también independencia y libertad para elegir los temas y lugares a fotografiar.
La única foto de la serie que presenta a un soldado en primer plano, con el agua al cuello y mirando hacia el frente con gesto tenso, rodeado de cuerpos flotantes, se convirtió en el rostro de la tardía entrada de Estados Unidos en el centro del conflicto europeo. Aunque el negativo de esta imagen se extravió en algún momento, la publicación de estas pocas fotografías en la prensa estadounidense brindó al público una visión real de la experiencia bélica, más allá de las celebraciones oficiales relacionadas con el desembarco. A partir de aquel célebre Día «D», la travesía bélica se intensificó, con bombardeos que devastaron comunidades enteras y costaron la vida de miles de civiles. Esta escalada culminó en 1945 con los devastadores ataques nucleares a Hiroshima y Nagasaki, un acto planificado por el gobierno de la autoproclamada mayor democracia mundial.
Bajo el seudónimo de Robert Capa, Gerda Taro y Endre (o André) Friedmann colaboraron conjuntamente en la producción de fotografías a partir de 1935 para distintos medios franceses. Friedmann, quien se había formado en Alemania junto a los pioneros del fotoperiodismo, como Erich Salomon, Alfred Eisenstaedt y Félix H. Man, emergió como uno de los primeros fotoperiodistas. En ese período, la prensa experimentaba un cambio significativo: pasaba de publicar imágenes artísticas o retratos ilustrativos a incorporar fotografías tomadas directamente en el lugar de los acontecimientos, lo que resultaba en reportajes fotográficos que contaban historias visuales. Este cambio, junto con el avance de cámaras más compactas y películas más sensibles, allanó el camino para la evolución del fotógrafo de prensa moderno: un capturador de instantes, sigiloso, esquivo e incansable en su búsqueda de la noticia.
Gerda Taro compartía tanto su vida como su labor en París con André, de quien adquirió los conocimientos del oficio. En 1936, emprendieron un viaje independiente para cubrir la Guerra Civil española. En ese contexto, se produjo la célebre y controvertida captura del miliciano republicano que caía abatido por las balas falangistas. No obstante, al año siguiente, el destino truncó la vida de Gerda Taro en un accidente durante la retirada republicana tras la batalla de Brunete. Para ese entonces, ya no estaban trabajando en colaboración, quedando Friedmann con el nombre artístico de Capa. La prematura muerte de Gerda proyectó su legado como la primera fotoperiodista mujer, aunque con el tiempo su figura quedó relegada detrás del creciente reconocimiento de André/Robert.
Robert Capa, encarnando el arquetipo del fotógrafo de guerra, dejó entre sus escritos una afirmación que se convirtió en un credo del fotoperiodismo:
«Si tus fotografías no son lo suficientemente buenas, es porque no estás lo suficientemente cerca».
Capa logró acercarse lo suficiente y capturar primeros planos de la carnicería que la guerra imperialista representaba, reflejando la cara más atroz del sistema capitalista en los ojos de un joven soldado. De manera irónica, André Friedmann, conocido como Robert Capa, perdió la vida en 1954 en Thái Binh, Vietnam, al pisar una mina mientras cubría la guerra en Indochina.
Influencias
En la película Rescatando al soldado Ryan, Steven Spielberg recurrió a Janusz Kamiński, responsable de fotografía en La lista de Schindler. El polaco y el director optaron por dar a las imágenes un aspecto antiguo. Para ello, se eliminaron filtros, se bajó la saturación y el brillo consiguiendo una textura al estilo de los noticiarios en color de los años cuarenta. También se usaron velocidades de obturación rápidas y movimiento en la cámara, algo poco usual en ese momento y le da un aspecto particular a la escena. Entre otras una fuente de inspiración para la parte del desembarco fueron las imágenes obtenidas por Robert Capa.